The Final Countdown...
Published miércoles, enero 11, 2006 by Guaju | E-mail this post
No, esta vez no acudiré a la despedida… quizá porque no hay dársenas ni puertas de embarque desde donde despedirte… quizá porque ya nos hemos despedido demasiadas veces y no sé si soportaría otra más… quizá porque el simple hecho de que ésta pueda ser la última, me da auténtico pavor… quizá porque no vuelvas nunca… quizá porque tengo un inmenso miedo y me tiemblan las piernas de sólo pensarlo… quizá porque nunca supe, ni aprenderé nunca, a decirte adiós… o quizá es que no quiera decirte adiós jamás…
No, esta vez no acudiré a la despedida… porque sé que me partiré en dos… porque no podrás secarme las lágrimas a mitad de la mejilla… porque sé que no voy a encontrar, una vez más, las palabras justas que quiero decirte… porque volveré a callarme todo aquello que me apetece gritar a los cuatro vientos… porque nadie me agarrará de la mano y me dará un beso entre la multitud de un pequeño aeropuerto del norte…
No, esta vez no acudiré a la despedida… porque se me ha escurrido el tiempo entre las manos y se me clavan los minutos en el pecho… porque intenté detenerlo y ha sido él quién me retuvo a mí… porque vivo de recuerdos y no sé encajar el presente… porque atrás estabas tú… y yo, mi, me, contigo… porque me duele el tener que obligarme a mirarte de otra forma distinta a como te siento… porque no sé cómo arrancarte del pecho y de mis ganas… porque no quiero hacerlo…
No, esta vez no acudiré a la despedida… porque te quiero… TE QUIERO… MUCHO…
Te querré SIEMPRE…
Buen viaje…
PD I: la canción… servidora, que de vez en cuando es cursi (otra faceta nueva descubierta)…
PD II: la foto… para dejar el faro encendido... por si un día decidieras regresar...
El camino de regreso
Hasta entonces nunca me habían aterrado
de esta forma los aeropuertos.
Lléname de abrazos, lléname de besos,
creo que anunciaron tu vuelo.
Y entre lágrimas tu figura es devorada por la gente,
y una fiera maloliente clava en mi alma sus afilados dientes.
Sus afilados dientes.
Quedo con el sabor metálico de la soledad
y deshojo el calendario.
Tengo miedo, tengo frío y dudo,
y hago repaso.
Fugaz e indeterminado, como un sueño ha comenzado
esta historia y no sé, en verdad, si fue real.
Quién me iba a decir que te iba a encontrar una noche casual,
yo ejerciendo de torpe sentimental.
"¿Qué haces aquí? A punto estaba de marcharme,
qué bueno es encontrarte".
Y tú y yo inmóviles, y en torno a nosotros
giraban colores, pasaban horas, rostros.
Pasaban horas, rostros.
Pero nada de esto era importante,
"así que háblame de ti y no pares".
Apenas te dejaba la música con su metralla.
"Cuéntame cómo era todo antes".
Aunque seriamente dudo si en verdad hubo un antes,
sólo recuerdo bien, con nitidez, que hubo un después.
Entre empujones, entre la gente,
me acerco torpemente con taquicardia adolescente,
en aquel bar donde no entra ni un rayo de luz,
sé que fuera, sé que fuera amanece.
Sé que fuera amanece.
Nuevos reencuentros, nuevas confesiones, y de repente me veo
perdido en un aeropuerto,
con las pesadillas que día a día me acompañan, cotidianas,
con las que me atormento:
A qué son bailan tus caderas,
qué sudores te alimentan, tengo tanto miedo
de que olvides el camino de regreso,
el camino de regreso.
Isma siempre tiene una canción... Esta se llama El camino de regreso por algo, porque lo realmente importante son los reencuentros, no las despedidas, deja que pase el vértigo y echa miguitas, para que no olvide el camino de regreso...