...Fuí a los bosques porque quería vivir a conciencia. Quería vivir a fondo y extraer todo el meollo a la vida.
Olvidar todo lo que no fuera la vida, para no llegar a la muerte, descubriendo que no había vivido...
MADRE, TOCAN A MUERTO
No puedo dormir, madre, porque esta noche tocan a muerto… porque llega la hora de volver a llorar por alguien de los nuestros.
La negra dama vuelve, como siempre, en silencio…sumida entre las sombras, escondida en negros velos… vuelve para darnos una lección de humildad y hacernos tragar nuestra soberbia, recordándonos así su poder y la grandeza de su reino.
Afloran ahora, madre, mis sentimientos, con la complicidad de la noche… y mientras busco razones que me convenzan, se evade mi pensamiento a buscar su blanco pelo… su castigado cuerpo… sus ojos que son culpables de querer seguir viviendo. Y es ahora cuando pienso: a qué le temen los presos horas antes de que suenen los tambores en el pueblo, si saben que su partida ya es un hecho sin remedio?
Se lo lleva la muerte, quizá porque no siga sufriendo…por no verlo de puerta en puerta tras de cariño, como los perros…Y es que bien sabes, madre, que no hay culpables, sólo silencio… cuando la muerte llega tan sólo pide tener respeto.
¿No te das cuenta, madre, de que esta noche tocan a muerto?
Ahora es cuando me pesa el haber perdido el tiempo…el no haber sido yo misma…el escudarme en los miedos y dejar que, poco a poco, se escapara el tren que quiero…
La noche, siempre propicia para abrir el baúl de los sentimientos, me impide, sin embargo, decir las cosas como las siento. Pero me obliga a pensar…y me hurga en los adentros…y desgarra el corazón…y golpea mi cerebro…tratándome de cobarde porque he llorado en silencio…
¿Por qué me siento tan mal, tan confusa y asustada? ¿Por qué comienzo a notar sus quejidos tan lejanos?
Me angustia la idea de pensar en la muerte llevándose su cuerpo sin respetar su mente, que aún se resiste al paso del tiempo…y asustada le preguntará al alma si ya se acerca el momento…Y si de pronto despierta sobresaltado, y entre jadeos pregunta si ya es la hora, si es que tan pronto llegó el momento, quisiera ser la mano que lo acaricie con gran consuelo, y la voz que le diga al oído “tranquilo, abuelo, sigue durmiendo”.
No puedo dormir, madre, porque esta noche tocan a muerto
No puedo dormir, madre, porque esta noche tocan a muerto… porque llega la hora de volver a llorar por alguien de los nuestros.
La negra dama vuelve, como siempre, en silencio…sumida entre las sombras, escondida en negros velos… vuelve para darnos una lección de humildad y hacernos tragar nuestra soberbia, recordándonos así su poder y la grandeza de su reino.
Afloran ahora, madre, mis sentimientos, con la complicidad de la noche… y mientras busco razones que me convenzan, se evade mi pensamiento a buscar su blanco pelo… su castigado cuerpo… sus ojos que son culpables de querer seguir viviendo. Y es ahora cuando pienso: a qué le temen los presos horas antes de que suenen los tambores en el pueblo, si saben que su partida ya es un hecho sin remedio?
Se lo lleva la muerte, quizá porque no siga sufriendo…por no verlo de puerta en puerta tras de cariño, como los perros…Y es que bien sabes, madre, que no hay culpables, sólo silencio… cuando la muerte llega tan sólo pide tener respeto.
¿No te das cuenta, madre, de que esta noche tocan a muerto?
Ahora es cuando me pesa el haber perdido el tiempo…el no haber sido yo misma…el escudarme en los miedos y dejar que, poco a poco, se escapara el tren que quiero…
La noche, siempre propicia para abrir el baúl de los sentimientos, me impide, sin embargo, decir las cosas como las siento. Pero me obliga a pensar…y me hurga en los adentros…y desgarra el corazón…y golpea mi cerebro…tratándome de cobarde porque he llorado en silencio…
¿Por qué me siento tan mal, tan confusa y asustada? ¿Por qué comienzo a notar sus quejidos tan lejanos?
Me angustia la idea de pensar en la muerte llevándose su cuerpo sin respetar su mente, que aún se resiste al paso del tiempo…y asustada le preguntará al alma si ya se acerca el momento…Y si de pronto despierta sobresaltado, y entre jadeos pregunta si ya es la hora, si es que tan pronto llegó el momento, quisiera ser la mano que lo acaricie con gran consuelo, y la voz que le diga al oído “tranquilo, abuelo, sigue durmiendo”.
No puedo dormir, madre, porque esta noche tocan a muerto
Seguramente no tengo ningún derecho a poner esto...Lo escribí hace diez años cuando perdí a mi abuela...es la primera vez que ve la luz...
Si peco de atrevida por colgarlo aquí y en este momento, pido perdón...no quiero ofender a nadie...Se trata sólo de mi pequeño homenaje a Don RAFAEL, porque sé que ha sido él quien inventó "el precio justo" y tantas otras cosas que han llegado a mis oídos...
Va por él...
<<...Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar...>>
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