Odio madrugar!! y el ruido machacante del despertador metiéndose en el oído...Y dar mil vueltas por casa, aún medio zombi, olvidando qué iba a hacer...
Odio salir a la calle y que empiece a llover...y más si las gotas son gordas y están frías...y que mis pelos se mojen y tomen una forma y volumen distinto al esculpido y modelado en casa (quizá hasta quedo más peinada...en fin)...
Odio quedarme entre un grupillo de madres y sentirme rara y ajena a sus mundos, fuera de lugar...sus comentarios sobre lo que lloran sus niños y la pena que les da dejarlos así...como si se fueran a traumatizar (los niños...aunque las que se traumatizan son ellas)...y que se cuenten su planning del día: limpiar, cocinar, hacer la compra...Pero odio más, si cabe, que digan que no quieren/pueden trabajar...y que me miren raro cuando yo digo que los niños crecen y luego una se queda sola y sin nada que hacer...y odio muchísimo más mis incesantes ganas de que se disuelva el grupo para escaparme de entre tanta mujer florero que jamás entenderé...
Odio adelantar la hora de mi primer café del día y pasarme tres horas muertas esperando...o, como en este caso, odiando todo lo que odio mientras remuevo el café con la cucharilla a la vez que escribo esto...
Odio, simplemente odiar... y más a estas horas de la mañana...