...Fuí a los bosques porque quería vivir a conciencia. Quería vivir a fondo y extraer todo el meollo a la vida. Olvidar todo lo que no fuera la vida, para no llegar a la muerte, descubriendo que no había vivido...



Reflexionemos...




Pa´ no tener que volver a identificarse (?)



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Hace días he recibido una invitación... Como suelo ir por libre (lo siento LR) he preferido hacer un cambio y colgar en mi espacio otra cosa... En realidad llevo demasiado tiempo con ganas de ponerlo, pero o bien me daba pereza copiar todo el texto, o bien encontraba cualquier otra excusa para hacerlo otro día... Hoy no encontré excusa alguna, pero sí ganas y tiempo para ponerme a ello...
Para mi gusto, el texto no tiene desperdicio alguno... es largo, pero una vez que se empieza a leer, ya no se puede parar hasta llegar al final... Júzguenlo ustedes mismos...
Nota: el sabor amargo en la boca y la impotencia que queda al finar el texto, no es culpa mía por colgarlo... tampoco de Don Galeano, por escribirlo... La culpa la tenemos TOD@S por permitir que esto siga sucediendo


ESCLAVIT@S DE LA ECONOMÍA FAMILIAR

Mucho antes de que los niños ricos dejen de ser niños y descubran las drogas caras que aturden la soledad y enmascaran el miedo, ya los niños pobres están aspirando gasolina o pegamento. Mientras los niños ricos juegan a la guerra con balas de rayos láser, ya las balas de plomo amenazan a los niños de la calle.
En América Latina, los niños y los adolescentes suman casi la mitad de la población total. La mitad de esa mitad vive en la miseria. Sobrevivientes: en América Latina mueren cien niños, cada hora, por hambre o enfermedad curable, pero hay cada vez más niños pobres en las calles y en los campos de esta región que fabrica pobres y prohíbe la pobreza. Niños sin, en su mayoría, los pobres; y pobres son, en su mayoría, los niños. Y entre todos los rehenes del sistema, ellos son los que peor lo pasan. La sociedad los exprime, los vigila, los castiga, a veces los mata; casi nunca los escucha, jamás los comprende.
Esos niños, hijos de gente que trabaja salteado o que no tiene trabajo ni lygar en el mundo, están obligados, desde muy temprano, a vivir al servicio de cualquier ganapán, deslomándose a cambio de comida, o de poco más, todo a lo largo y a lo ancho del mapa del mundo. Después de aprender a caminar, aprenden cuáles son las recompensas que se otorgan a los pobres que se portan bien: ellos, y ellas, son la mano de obra gratuíta de los talleres, las tiendas y las cantinas caseras, o son la mano de obra a precio de ganga de las indistrias de exportación que fabrican ropa deportiva para las grandes empresas multinacionales. Trabajan en las faenas agrícolas o en los trajines urbanos, o trabajan en su casa, al servivio de quien allí mande. Son esclavitos o esclavitas de la economía familiar o del sector informal de la economía globalizada, donde ocupan el escalón más bajo de la población activa al servicio del mercado mundial:
- en los basurales de la ciudad de México, Manila o Lagos, juntan vidrios, latas y papeles, y disputan los restos de comida con los buitres;
- se sumergen en el mar de Java, buscando perlas;
- persiguen diamantes en las minas del Congo;
- son topos en las galerías de las minas del Perú, imprescindibles por su corta estatura, y cuando sus pulmones no dan más, van a parar a los cementerios clandestinos;
- cosechan café en Colombia y en Tanzania, y se envenenan con los pesticidas;
- se envenenan con los pesticidas en las plantaciones de algodón de Guatemala y en las bananeras en Honduras;
- en Malasia recogen la leche de los árboles del caucho, en jornadas de trabajo que se extienden de estrella a estrella;
- tienden vías de ferrocarril en Birmania;
- al norte de la India se derriten en los hornos de vidrio, y al sur en los hornos de ladrillos;
- en Bangladesh, desempeñan más de trescientos ocupaciones diferentes, con salarios que oscilan entre la nada y la casi nada por cada día de nunca acabar;
- corren carreras de camellos para los emires árabes y son jinetes pastores en las estancias del río de la Plata;
- en Port-au-Prince, Colombo, Yakarta o Recife sirven la mesa del amo, a cambio del derecho de comer lo que de la mesa cae;
- venden fruta en los mercados de Bogotá y venden chicles en los autobuses de San Pablo;
- limpian parabrisas en las esquinas de Lima, Quito o San Salvador;
- lustran zapatos en las calles de Caracas o Guanajuato;
- cosen ropa en Tailandia y cosen zapatos de fútbol en Vietnam;
- cosen pelotas de fútbol en Pakistán y pelotas de béisbol en Honduras y Haití;
- para pagar las deudas de sus padres, recogen té o tabaco en las plantaciones de Sri Lanka y cosechan jazmines, en Egipto, con destino a la perfumería francesa;
- alquilados por sus padres, tejen alfombras en Irán, Nepal y en la India, desde antes del amanecer hasta pasada la medianoche, y cuando alguien llega a rescatarlos, preguntan: <¿es usted mi amo nuevo?>;
- vendidos a cien dólares por sus padres, se ofrecen en Sudán para labores sexuales o todo tipo de trabajo
Por la fuerza reclutan niños los ejércitos, en algunas partes de África, Medio Oriente y América Latina. En las guerras, los soldaditos trabajan matando, y sobre todo, trabajan muriendo: ellos suman la mitad de las víctimas en las guerras africanas recientes. Con excepción de la guerra, que es cosa de machos según cuenta la tradición y enseña la realidad, en casi todas las demás tareas, los brazos de las niñas resultan tan útiles como los brazos de los niños. Pero el mercado laboral reproduce en las niñas la discriminación que normalmente practica contra las mujeres: ellas, las niñas, siempre ganan menos que lo poquísimo que ellos, los niños, cuando algo ganan.
La prostitución es el temprano destino de muchas niñas y, en menor medida, también de unos cuantos niños, en el mundo entero; pero es en los burdeles y en las calles del sur del mundo donde trabaja la inmensa mayoría de las víctimas infantiles del comercio sexual. Esta multimillonaria industria, vasta red de traficantes, intermediarios, agentes turísticos y proxenetas, se maneja con escandalosa impunidad.
Cada año aumenta la cantidad de niñas arrojadas al mercado de consumo: por lo menos un millón de niñas se incorporan, cada año, a la oferta mundial de cuerpos.
Son incontables los niños pobres que trabajan, en su casa o afuera, para su familia o para quien sea. En su mayoría, trabajan fuera de la ley y fuera de las estadísticas. ¿Y los demás niños pobres? De los demás, son muchos los que sobran. El mercado no los necesita, ni los necesitará jamás. No son rentables, jamás lo serán. Desde el punto de vista del orden establecido, ellos empiezan robando el aire que respiran y después roban todo lo que encuentran. Entre la cuna y la sepultura, el hambre o las balas suelen interrumpirles el viaje. El mismo sistema productivo que desprecia a los viejos, teme a los niños. La vejez es un fracaso, la infancia es un peligro.
En los países latinoamericanos, la hegemonía del mercado está rompiendo los lazos de solidaridad y haciendo trizas el tejido social comunitario. ¿Qué destino tienen los nadies, los dueños de nada, en países donde el derecho de propiedad se está convirtiendo en el único derecho? ¿Y los hijos de los nadies? A muchos, que son cada vez más muchos, el hambre los empuja al robo, a la mendicidad y a la prostitución; y la sociedad de consumo los insulta ofreciendo lo que niega. Y ellos se vengan lanzándose al asalto, bandas de desesperados unidos por la certeza de la muerte que espera.
- Patas Arriba. Escuela del Mundo Al Revés -
(Eduardo Galeano)
PD: alguien se atreve a decirme ahora QUE OTRO MUNDO NO ES POSIBLE???


Otras 1 Bocas Dicen Sobre... “Reflexionemos...”

  1. Anonymous Anónimo 

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