Me estoy haciendo adicta a la columna de la contraportada de La Nueva España... Ese Cuerpo a Cuerpo, firmado por un tal Tino Pertierra, me tiene completamente enganchada... Cada día escribe una nueva historia que me sorprende... lo que no sé es si son verídicas o producto de su imaginación... da igual... ya lo sabré el día que escriba sobre mí...
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Héctor: Duermo en el avión mientras vuelo a Montecarlo para tomat el café con mi abuela Magott en la residencia de Saint Alain, mi posesión más pequeña y también la más acogedora con sus colores pastel, sus jardines frondosos y sus cuadros de paisajes ingleses. Aquí he pasado algunas de las noches más ardientes de mi vida con la gélida Assumpta San Pietro, tiburón de los negocios y cordero entre las sábanas que me abandonó por un actorzuelo de un culebrón venezolano. Mi abuela me dice que tengo mala cara y yo sonrío. Parece que te estés muriendo, remacha ella. Quizá, digo, quizá. Meriendo en el coqueto castillo barroco de Gruerlach, en el corazón de Austria. Quiero despedirme de los mil trofeos que se apretujan en su pabellón de caza. Cada uno de ellos tiene una historia: un peligro, un romance fugaz, una escapada inolvidable, un desafío repentino y estimulante. Aquí me localiza mi médico particular para preguntarme cómo me siento. Bien, respondo, nadie diría que me queda un mes de vida. Quizá más, dice el médico, hay un tratamiento nuevo que...
Cuelgo. Nada de tratamientos. Nada de alargar plazos. Todo lo contrario: he decidido adelantarme a mi destino y pronto habrá terminado todo. En una vieja masía al pie de los Alpilles, en la Provenza, leo por última vez la última carta de amor de mi última mujer: "Adiós, mi príncipe triste, la vida sin ti duele demasiado como para seguir respirando". Aquí veo atardecer, desde el jardín de cipreses en el que está enterrada ella.
Me queda poco tiempo. El jet tiene que poner a prueba sus motores para llegar a medianoche a mi casa en la isla de Lord, en el océano Índico. Ceno un yogur en la suite de 300 metros cuadrados, nado diez largos en la piscina olímpica y salgo a la terraza a las doce en punto. Respiro profundamente y cierro los ojos. He pagado mucho dinero por este último servicio y estoy seguro de que no me decepcionarán. Ha sido un día divertido. Triste, pero divertido. Un resumen de mi vida a toda velocidad, aunque un resumen solitario. La brisa me trae el susurro de las olas y eso es lo último que escucharé antes de que una bala disparada desde algún punto en el exterior de la mansión me parta el corazón. Por última vez.
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Siempre me han gustado los desafíos y los retos, e ir a contracorriente... Ahora empiezo el periódico al revés...
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