Gijón es demasiado pequeño para perderse...puedo dar fe de ello tras varios intentos fallidos...
Sin embargo, hay un lugar concreto...existe un punto en el mapa en el que te pierdo (o más bien, sé que ya no vas a llegar) todos los días...
No sé a qué obedece esa X en el plano de nuestras despedidas cotidianas...ni siquiera por qué ha elegido ese lugar...pero existe... y te despido allí cada día...
Sí, cada día es la misma historia...
Salgo a la calle, tiro de las puntas de mi palestina para ajustarla al cuello, enchufo mi mp3 y parto en tu encuentro...
Con paso ligero recorro las calles... cuento las baldosas y las líneas blancas de los pasos de cebra...me los sé de memoria...
uno, dos, tres...
nueve...
mierda!!... sólo me parecen perfectos los que tienen diez o quince... los demás me parecen incompletos... y me mosqueo.
Sigo caminando con la extraña sensación de tener unos ojos clavados en mi espalda... sé que son los tuyos y que me sigues para darme una sorpresa en el primer semáforo que pille en rojo, esperando al borde de la acera...
Sólo pierdo el paso y la cuenta de las baldosas cuando imagino que estiras un brazo y me coges por el hombro... pero nadie me agarra haciendo que me gire...
once, trece, quince (baldosa roja) YA!!...
Cuando estoy llegando al final de la calle Severo Ochoa, la música y los recuerdos humedecen mis ojos, por lo que dejo la inútil cuenta de mis pasos y miro al cielo...
Ahora busco aviones... casi siempre encuentro alguno, y sino, me lo imagino...da igual el rumbo que lleve... todos aterrizan en el mismo sitio... todos llevan rumbo Sur...
Y entonces, cuando llego al Instituto Jovellanos, justo en la esquina con la Avd. Constitución...
ahí...
siempre ahí... es donde sé que no has venido a buscarme hoy tampoco... Justo en ese punto del plano me despido de ti cada día...
"A ver si mañana hay más suerte"- me digo...
Y al doblar la esquina, mi espalda se aligera... ya no llevo tus ojos clavados en ella... Miro el termómetro para comprobar con orgullo mi acierto en abrigarme en exceso... resto de las 16h del reloj digital los minutos que me quedan para tomarme un café... cruzo corriendo en rojo el último semáforo que me queda...
seis, ocho, diez, doce... mierda!!
Me ha recordado a algunas esperas que yo también he sentido. Bueno, llega un día en el que ya no esperas, ya verás. Estuve en gijón este verano. Un beso