Me ha pillado la gripe desprevenida y se está cebando conmigo... aquí estoy en casa moqueando, con los oídos pitando y la cabeza fuera de control... y con un extraño dolor en las muelas que me empieza a preocupar...
Qué diferente es quedarse enferma en casa ahora, de cuando eres pequeña...
Recuerdo la extraña sensación que me producía el quedarme en casa y descubrir que había más vida... era como si creyera que mientras yo estaba en el colegio, el mundo y la vida se pararan... pero no... había movimiento... los comercios abrían sus puertas, las señoras bajaban a la compra, el cartero llamaba, el afilador anunciaba su llegada con una armónica... el barrio amanecía y cobraba vida, y yo era testigo asombrado (y de puntillas) desde una ventana...
Qué barbaridad!!... Mientras yo estaba sentada en un pupitre, el mundo seguía girando y pasaban cosas que yo desconocía!!!
Claro, que lo mejor no era eso... lo mejor era ser la reina de la casa durante el período de convalecencia... zumito de naranja en la cama, comidas especiales, libros, cuentos para pintar, mortadelos, mariquitas para recortar, zumos, mimos, besos, "qué tal estás?" a todas horas, termómetro, medicamentos, más mimos, más besos... incluso a veces, me sorprendían con un paquete de gusanitos (si no tenía anginas, claro)... eso sí que molaba...
Hoy hubiera dado algo por quedarme el día entero en casa, tirada en el sofá viendo la tele sin sentido... pero ya no voy a la escuela, sino al trabajo, y el deber me reclama...
Hoy hubiera dado la vida por que mi madre me preparara un zumo de naranja... o simplemente me preguntara
qué tal estás?... aunque sólo fuese una vez... me hubiera conformado con eso.
Otras 0 Bocas Dicen Sobre... “GRIPAZO”
Suelta Por Esa Boca...