La mirada clavada en el plato. Silencio. Siempre silencio. Ése maldito y ruidoso silencio. Las frases alcanzan a rozar mis labios, pero mueren antes de salir por mi boca. Nunca sé qué contarte. Hace tiempo que dejamos de hablar en el mismo idioma. Por eso, cada minuto es eterno. Cada cucharada, un paso para salir corriendo.
Sé que a ti te pasa lo mismo... lo sé porque somos iguales... jodidamente iguales... y sin embargo, estamos condenados a no entendernos...
A veces me gustaría leerte la mente y saber qué piensas de mí... que me digas todo aquello que te callas... Yo también me callo muchas cosas, pero tengo una larga lista de buenos recuerdos que me empeño en ahogar entre cucharada y cucharada... Quizá heredé tu cobardía a mostrar los sentimientos... Quizá tu cabezonería... Pero yo siempre un poquito más... (ya sabes, por lo de La Evolución de las Especies y tal)...
Por eso conservo como una reliquia el recuerdo de tu último beso sincero... sin compromisos, ni cumpleaños, ni años nuevos... fue exactamente hace...uhm... dos años, 3 meses, 19 días y 3 horas... Lo guardo en un bolsillo...sólo lo saco para sostenerlo en la mano y contemplarlo los días que más te echo de menos... Los días como hoy...
[...silencioso ruido...]
Si me permites un consejo: Ser jodidamente iguales ayuda, conoces sus puntos flacos porque son los tuyos. Aprovéchate de eso, experiencia propia.