Oviedo, 15:30h...Llueve...diluvia, más bien...
El centro de la ciudad está desierto...apenas unos cuantos transeúntes pasean atechándose en los soportales y salientes de los edificios.
Hago tiempo en la cafetería de un hotel...enciendo un cigarro tras otro...la garganta me escuece y me siento ajena en esta ciudad...qué diferencia con la mía...
Aquí no huele a mar...ni siquiera a humedad...ni las miradas de personas anónimas son cómplices...todo lo contrario: te miran con recelo... Sabrán a primer golpe de vista que no soy de aquí? Acaso huelo a salitre y arena?...
La calle es peatonal y casi no hay ruido...sólo irrumpe en esta especie de burbuja silenciosa el estrépito de los platos procedente de la cocina, y la conversación inteligible de la mesa de al lado llega casi sorda a mis oídos...la lluvia también se oye afuera, en la calle, pero no la escucho...estoy tan acostumbrada a este sonido que he aprendido a no escucharlo...
Estoy sola en una mesa, y en las barra hay seis personas también solas...todos estamos solos... o por lo menos físicamente, aquí y ahora...nos miramos...apartamos la vista al primer cruce de ojos y volvemos a sumirnos cada uno en nuestros pensamientos...sé que todos estamos conversando interiormente...creo que eso forma parte del ritual de tomarse un café solo, sin compañía: tú, el café, tus problemas, tus fantasmas y esa voz incesante que no deja de hablar ni un segundo...
Es hora de salir a la calle y no me apetece...no quiero mojarme ni sentirme extraña en la acera...
Un sms me devuelve a la realidad...me invitan a ver una peli...no puedo...no puedo ir y estoy cansada de rechazar siempre el mismo plan...
Apago el cigarro y recojo mis cosas...salgo a la calle...no me importa que me miren...me encanta pensar que lo hacen porque desprendo olor a mar...estoy orgullosa de oler a salitre y arena...y mucho más orgullosa de no ser de aquí y de sentirme extraña...aunque sólo sea por un día...bueno dos, que mañana vuelvo...al fin y al cabo, todos tenemos un mal día, no?
- lo más importante que aprendí en el curso -
¿Cómo puede saberse si una sonrisa es de verdad?
Pues muy fácil...cuando una sonrisa es de verdad, a esa persona le brillan los ojos
(que a nadie le devuelvan una sonrisa con los ojos opacos)
Después de leer esto se me han mezclado dos canciones de Quique González en la cabeza , la de Salitre y la de La ciudad del viento, no sé por qué... será consecuencia de que este día se haga llamar domingo, supongo.
Sentirse extraño en un lugar es síntoma de que no es ahí donde tienes que estar, así que ve preparando la huida...(aunque ahora que me doy cuenta, ya habrás vuelto)
Por cierto, buen aprendizaje.
Un abrazo